Columna del programa Otras Voces del día 22/07/2020.
Autora: Guiomar Sakamoto. Contadora Pública – Docente Universitaria
El nuevo gobierno asumió en diciembre muy condicionado por el endeudamiento público cuya renegociación se está llevando a cabo. La Argentina cuenta con el apoyo del FMI y varios economistas de renombre, entre ellos, Joseph Stiglitz[1] y Thomas Piketty[2], también, una situación socioeconómica laboral complicada debido a las políticas poco beneficiosas realizadas durante el gobierno anterior donde el desempleo y el cierre de pymes fue notorio.
Hasta ahora el apoyo de FMI a la Argentina sobre el canje de deuda con los tenedores de bonos es total, donde instan a aceptar las condiciones dadas por el país. La pregunta es, ¿qué pasará?, cuando toque negociar la deuda que tiene con el fondo. Si será tan benévolo como hasta ahora.
Por la situación socioeconómica recibida, una de las promesas de campaña y de compromiso fuerte al asumir el nuevo gobierno fue la de la reducción del hambre, por el ello que se estableció la tarjeta alimentar dentro del Plan Argentina contra el hambre que consiste en un monto de 4000 pesos para comprar alimentos y bebidas no alcohólicas. Los beneficiarios son personas que cobren la Asignación Universal por Hijo con hijas e hijos de hasta 6 años inclusive, embarazadas a partir de los 3 meses que cobren la Asignación por Embarazo, personas con discapacidad que cobren la Asignación Universal por Hijo, sin límite de edad. Esta tarjeta comenzó a ser distribuida por correo como así también, de forma directa y personal aprovechando la presencia de algún funcionario nacional o provincial. Una vez declarada la pandemia se suspendió la entrega de las mismas y a partir de allí, el dinero es depositado directamente en las cuentas bancarias.
Respecto a esta medida se puede decir: que es positiva, ya que implica un aseguramiento de alimentos para un gran número de familias, sirve para paliar el día a día, como aspectos negativos se pueden mencionar la demora en su implementación y la falta de universalidad de la política
Luego en marzo además de la renegociación de la deuda, el gobierno tuvo que comenzar a operar en un contexto de pandemia por el corona virus. Esto obviamente, obligó a tomar una serie de medidas que son de público conocimiento: la declaración del aislamiento preventivo y obligatorio en todo el país donde se cerraron todos los negocios, salvo los declarados esenciales, la suspensión de las clases en todos los niveles, el otorgamiento de licencias a personas consideradas dentro de los grupos de riesgos y a los padres (uno) de menores en edad escolar. Al pasar del tiempo, las actividades económicas según la fase de la cuarentena impuesta.
La mayoría de los trabajadores comenzaron a trabajar desde sus hogares y todos los educandos pasaron a tener clases 100% virtuales. Esto hizo resaltar serios problemas a la hora de la organización de los tiempos, problemas de conectividad, de acceso a la tecnología.
La mayor apuesta del gobierno en los inicios de la pandemia una gran batería de medidas para contener la situación y sostener el empleo. El IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) consistente en una suma de $10.000destinado a los beneficiarios de la AUH, por embarazo, personas pertenecientes al sector informal y lo monotributistas de categorías A y B.
¿Qué se puede cuestionar de esta medida?
Primeramente, el monto ya que, si lo comparamos con las últimas mediciones de la pobreza e indigencia, el monto asignado queda muy por debajo de las mismas. A saber: la línea de la pobreza es de $43.080 y la de la indigencia $17.876 (medición correspondiente a junio 2020) Segundo, se trata de un ingreso familiar y no por persona, esto llevó a situaciones que familias donde un integrante tenga un salario formal por mínimo que fuera impidiese que algún otro miembro recibiera la ayuda estatal. Tercero: las dificultades para la inscripción, ya que fue solamente, vía internet y el sistema colapsaba. Cuarto: hubo varias personas rechazadas por la falta de actualización de los datos en las bases de ANSES. La mayoría de estos, pudieron ser subsanados con posterioridad, pero demoraron la efectivización de la medida.
Ambos casos analizados, la tarjeta Alimentar como el IFE podrían reverse y convertirlas en políticas universales y no focalizadas.
Por último ¿Qué mostró la pandemia?
Desveló la desigualdad, la brecha digital, las condiciones habitacionales de las villas y los asentamientos. El alto porcentaje de informalidad en la economía y no solamente en el sector más bajo, mostró la cantidad de médicos, enfermeros que son monotributistas, la expansión exponencial de la modalidad teletrabajo, las plataformas y la falta de regulación de los trabajaos que se desprenden de ellas.
[1] Stiglitz, J es un reputado economista, ganador del Premio Nobel de Economía (2001). se licenció en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) en 1967 y consiguió su cátedra en Yale en 1970, Ha dictado clases en Princeton, Stanford o el propio MIT y fue Fellow de la Oxford Business School.
[2] Piketty, T es un economista francés especialista en desigualdad económica y distribución de la renta. Desde el año 2000 es director de estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS). Actualmente es profesor asociado de la Escuela de Economía de París.